Un frágil equilibrio
Dos meses desde el primer caso de Covid-19 reportado en Colombia. Las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional han permitido ganar tiempo para el sistema de salud; hoy podemos decir que estamos mejor preparados que hace nueve semanas.
Se encuentran establecidos programas de expansión hospitalaria; se han reentrenado profesionales de la salud en cuidado crítico; el Ministerio de Salud ha firmado contratos para la adquisición de equipos que duplicarán en los próximos meses la capacidad instalada destinada a la atención en unidades de cuidado intensivo de pacientes afectados por el virus; cada día se incorporan más pruebas diagnósticas y se vislumbra el día en que superemos la cifra de diez mil diarias; crece la audiencia de la plataforma tecnológica para el rastreo y trazabilidad de los casos positivos y de sus contactos, que permitan una mejor vigilancia epidemiológica; la solidaridad ciudadana se ha expresado de diversas formas y una de las más reconocidas opera bajo la iniciativa de Colombia cuida Colombia.
Un análisis sobre los resultados permite señalar que las medidas de contención y mitigación establecidas han mostrado hasta el momento los efectos esperados. Aún así, no podemos exaltar cánticos de victoria porque esta plaga se encuentra aún en sus etapas iniciales tanto en Colombia como en la mayoría de los países en América Latina. El monitoreo debe ser permanente. Aplanar las curvas de la epidemia y de la recesión es una tarea delicada que evidencia un equilibrio frágil para lograr que la enfermedad no se escale de manera exponencial, se impidan las muertes evitables y al mismo tiempo se continúe con la reactivación de la productividad nacional en forma tal que disminuya el impacto del bajón laboral y de empleos.
Como ha sido hasta ahora, deberán ser la ciencia y las mediciones técnicas las que marquen las determinaciones gubernamentales sobre mantener el proceso gradual de reactivación de los sectores económicos o retornar a medidas más estrictas de aislamiento. No podrán ser las presiones políticas o de opinión las que lideren las decisiones. El Gobierno Nacional ha definido nueve indicadores para un adecuado seguimiento; ellos deberán establecer la pauta.
De otra parte, el compromiso ciudadano es vital para que ese frágil equilibrio que mencionamos tenga el éxito deseado. Se requiere una mayor acción desde las comunidades. Debemos mantener presente que todos somos vectores del contagio; podemos y nos pueden infectar. Sin tornarnos paranoicos u obsesivos, las personas no debemos relajar las medidas de distanciamiento físico, mucho menos abandonar los protocolos de cuidado e higiene personal tanto en la casa como en el trabajo, así como en el trayecto entre estos dos últimos.
A la fecha, no se ve próximo el horizonte de una vacuna o de un tratamiento que constituya la ruptura con la situación actual. Con los cuidados necesarios, requerimos planear nuestra vida personal, laboral y social en convivencia con este organismo microscópico que llegó para permanecer entre nosotros.
Augusto Galán Sarmiento MD. MPA
Director del Centro de Pensamiento Así Vamos en salud